La fundación de Villarrica se enmarca en nuestra historia patria como un eslabón más en la cadena fundacional de ciudades y plazas fuertes, producto de la expedición conquistadora que al sur del territorio acometiera Pedro de Valdivia a fines de 1549, por un lapso de más de dos años. Luego de haber fundado concepción en octubre de 1550, Imperial en octubre de 1551 y Valdivia en febrero de 1552, envía desde Valdivia a Gerónimo de Alderete, su capitán de confianza, a fundar Villarrica en abril de 1552; en el lugar que por estrategia militar de seguridad, había decidido en una inspección previa. Precisamente en el vértice que une el lago con su desagüe en el río Toltén (franqueada por el norte por ambos cuerpos de agua).
Para entonces esta área territorial era ocupada por dos principales pueblos, los Huilliches y los Pehuenches.

Abandono y Despoblamiento

La vida y crecimiento de la colonia fue abruptamente interrumpida por la trágica muerte de don Pedro de Valdivia a manos de los rebeldes araucanos, el 23 de diciembre de 1553. Este hecho marca el inicio de la primera rebelión mapuche frente a la hegemonía hispana, y obliga a los vecinos de Villarrica unirse a los de Imperial para enfrentar mejor tal rebelión. Este abandono de la ciudad ocurre en enero de 1554.

La repoblación de Villarrica

Finalmente y luego de algunos desaciertos políticos y conflictos de poder, la audiencia define a Francisco de Villagra como sucesor de Pedro de Valdivia; con lo cual, termina la falta de liderazgo único, que estaba teniendo la colonia. La repoblación de Villarrica ocurre hacia fines de diciembre de 1555, y primeros días de enero de 1556. A continuación de esto vinieron años nada fáciles para los vecinos de Villarrica; con relativa frecuencia había que desbaratar escaramuzas de los naturales que pretendían tomarse la ciudad y saquearla, lo que significaba enfrentamientos con mucho arrojo para disolver a los naturales, eliminando a los líderes rebeldes.

Asedio y ruina de la ciudad

“Sentido libertario y genio militar de un pueblo”

El alzamiento mapuche de fines del siglo XVI, el segundo en el siglo, después del encabezado por el toqui Lautaro, con su secuela de muertos, cautivos, estragos en haciendas y destrucción de ciudades, hundió la incipiente sociedad colonial; en una crisis de supervivencia tan dramática como ninguna vista ni por verse.

La propia Villarrica, la más sufrida de las nacientes ciudades del sur del reino, la que por el valor excepcional de sus vecinos liderados por Rodrigo de Bastidas, prolongó su calvario durante tres años de sitio por el adversario indómito. Para cuando termina este sitio la ciudad ya estaba totalmente en ruinas, todo había sido quemado y saqueado; sólo quedaba intacto el temple y valentía de 11 varones y 13 mujeres que fueron prisioneros finalmente. Rodrigo de Bastidas fue degollado brutalmente y extraído su corazón para fortalecer la valentía de sus captores.

Con el fin del sitio de esta ciudad, se termina de demostrar, por un lado, la fragilidad del poderío de la corona española en América, y especialmente en el cono sur; pero al mismo tiempo, el singular espíritu libertario y genio guerrero de los naturales en esta parte del mundo. Concluye así, una etapa heroica para Villarrica y entra en un sueño que duraría casi 3 siglos.

El parlamento de Putue, 31 de diciembre de 1882

La campaña de la Araucanía y Proyecciones sobre Villarrica

El ejército de sur, con base en Angol partió al sur a fundar Villarrica el 20 de noviembre de 1882 con un frente de 400 hombres. No fue nada de fácil ya, que tuvieron que atravesar caminos en muy precarias condiciones y tuvieron que abrirse paso entre el espeso bosque nativo.

Aquí llegaron los primeros 50 vecinos a hacerse cargo de las labores propias que significa echar bases de una población.

El general Urrutia al mando de una nutrida tropa, y en representación del gobierno de Chile, se reúne en Putue, con los representantes de las distintas parcialidades del área, encabezados por los principales caciques araucanos: Leandro Penchulef, Señor de Putuhue, Luis Aburto Aquiñanco, Señor de Niguen y Saturnino Epulef, Señor de Villarrica. Todos aquellos aceptaron; aunque algunos muy presionados por la evidente realidad de los hechos, y no por quererlo, finalmente permitir la ocupación definitiva de las tierras y las ruinas de la ciudad y con ello, reconocer la autoridad del gobierno de Chile en todo este territorio. Con lo que se ponía fin a la sangrienta guerra de Arauco, o “La pacificación de la Araucanía”, como fue llamada por el gobierno.

Luego de tanto tiempo, la ciudad yacía bajo una compacta capa vegetal y arbórea. Al iniciar los trabajos de limpieza, se descubrió una arteria de 16 cuadras de largo, lo que se supone que Villarrica habría abarcado más de 30 manzanas.

Uno de los vestigios más importantes de la anterior fundación corresponde a unos molinos de piedras, cuyas piezas redondas fueron encontradas en el sector oriente de la ciudad. De este modo se daba paso a los trabajos de la tercera fundación de la ciudad de Villarrica, en el mismo lugar en el que don Pedro de Valdivia lo decidiera ya más de 300 años atrás.

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